Ser deportista olímpico en Colombia

Ser deportista olímpico en Colombia

Por Sergio López Arias

Finalizan los Juegos Olímpicos en Francia, y es necesario felicitar a todos los deportistas, especialmente a nuestros compatriotas Colombianos, quienes dejaron en alto el nombre de nuestro país en las diversas disciplinas deportivas. Muchos de ellos llegaron a estas justas olímpicas gracias al sacrificio de familiares y amigos. Se han publicado numerosas noticias sobre las acciones que emprendieron para asistir a los Juegos, incluyendo la venta de vehículos e incluso de casas familiares.

Parece que en Colombia el deporte sigue siendo una de las áreas menos apoyadas por el gobierno. Los logros de estos atletas, y en particular de aquellos que alcanzaron medallas olímpicas, fueron más fruto del esfuerzo personal que del respaldo estatal. Ser deportista de alto nivel en Colombia es un verdadero milagro en un país donde, para la prensa y los aficionados, solo existe el fútbol masculino. Además, el presupuesto público destinado al deporte es cada vez más bajo. Nuestros deportistas deben salir del país para recibir una formación olímpica adecuada, y los entrenadores y asistentes enfrentan condiciones laborales muy precarias.

Ser deportista olímpico en Colombia es una vocación y un sacrificio familiar, nunca estatal. El deporte no forma parte de la agenda nacional. Resulta sorprendente cómo el gobierno nacional se alegra de los logros alcanzados cuando, en realidad, la tarea ya está hecha. Lo que prevalece son las fotos y la legalización del viaje del presidente y los ministros, quienes, además de felicitar a los atletas, informan que para el presupuesto de 2025 se deben recortar los recursos destinados al deporte. Qué mensaje tan contundente sobre el apoyo a nuestros deportistas. Lo más sorprendente es que, en el territorio, es casi nulo lo que se puede observar en términos de proyectos de infraestructura o de escuelas de formación financiadas por el gobierno nacional.

A esto se suma la necesidad de los entes territoriales de pagar el alumbrado público de los escenarios deportivos de su propiedad. Ahora está prohibido incluir estos gastos en las facturaciones de los ciudadanos, lo que agrava aún más la situación. Ser deportista en Colombia implica asistir a las universidades públicas y privadas de manera regular, sin una política pública que facilite al deportista continuar con su formación sin descuidar las clases universitarias. A menudo, quienes se dedican al deporte enfrentan la frase lapidaria: “o estudias o haces deporte, decide”.

Juan Pablo Montoya acierta al señalar que “ningún deportista crece pensando ‘¡es que lo hago por mi patria!’ No, lo hace por uno mismo, sin ser grosero”. En un país donde la ciencia y el deporte solo son importantes cuando se logran objetivos sin el apoyo del Estado, es lamentable que se priorice más el apoyo a los jóvenes de la primera línea que a aquellos que dedican su tiempo al deporte y desean representar a su país en los Juegos Olímpicos. En un país donde es más fácil pagar un millón al delincuente para que deje de delinquir que ayudar a un niño a evitar la delincuencia mediante el deporte y la recreación, es comprensible que muchos atletas, al ver el apoyo incondicional de otros países en los Juegos Olímpicos, desearían haber nacido en un lugar donde fueran importantes para el Estado.

Fuente